Transición energética y construcción social del territorio ante el reto del cambio climático y el nuevo marco geopolítico editores, Alexandra Delgado-Jiménez, Joaquín Farinós Dasí, Roberto Álvarez-Fernández

La transición energética se acelera en relación a la emergencia climática. Las energías renovables son una respuesta de mitigación y adaptación al cambio climático ampliamente aceptada que nos permiten reducir la tradicional dependencia energética. El despliegue de las renovables supone una nueva relación de la sociedad, la economía y el medio ambiente que tiene sus efectos en cada territorio. El objetivo de este libro es ofrecer una perspectiva integrada de esta transición energética con diferentes miradas que integren a las personas en la ecuación, desde perspectivas teóricas y empíricas y a través de métodos innovadores. Lejos de una toma de decisiones tecnocrática y alejada de los actores y población concernida por estas nuevas demandas y conflictos por el uso de territorio, resulta necesario poner el foco en el papel de la sociedad y la responsabilidad que esta tiene sobre su espacio. Se abre un nuevo escenario para la construcción social del territorio en el que debatir con el objetivo de una transición justa. En los últimos años hemos visto cómo la transición energética se acelera en relación a la emergencia climática y el proceso de transición ecológica en la que nos encontramos y de la que forma parte. Las energías renovables son una respuesta de mitigación y adaptación al cambio climático ampliamente aceptada que nos permite reducir la tradicional dependencia energética para ir avanzando hacia la autosuficiencia regional. Esta nueva apuesta energética supone una nueva relación a nivel tanto geopolítico como en materia de cooperación territorial, permitiendo un mayor grado de autosuficiencia, a nivel regional y de autoconsumo (prosumidores), que tiene sus efectos en cada territorio y sobre los usos del suelo en las escalas de proximidad. Existe por tanto una relación entre la transición energética y la transformación urbana y territorial, cuyos instrumentos de planificación y gestión deben tenerla en cuenta. Lejos de una toma de decisiones tecnocrática y alejada de los actores y población concernida por estas nuevas demandas y conflictos por el uso de territorio, resulta necesario poner el foco en el papel de la sociedad y la responsabilidad que esta tiene sobre su espacio en relación a la transición que supone recorrer el camino desde las energías contaminantes a las energías limpias (Chilvers & Longhurst, 2016; Renn, Ulmer & Deckert 2020). Todo ello para hacer de esta transición no solo más efectiva sino también más justa y democrática. Asimismo, las disciplinas que diagnostican, prospectan e intervienen en el territorio, desde el urbanismo, la arquitectura y la ingeniería, la geografía, el derecho y la sociología, que además se adentran en la relación de la sociedad con el territorio (Lipietz, 1990), se enfrentan a un nuevo contexto en el que tienen que operar y en el que poder aportar soluciones. Este nuevo contexto no es otro que una transición energética que va a provocar importantes cambios tanto en el paisaje conocido como en la localización de actividades y sus tipos. Se acabará alumbrando un nuevo modelo territorial y productivo con nuevas y emergentes relaciones sociales, ambientales y económicas, en cuya definición y puesta en práctica la sociedad civil debe jugar un rol más activo, contribuyendo también a marcar la dirección, intensidad y permanencia de los cambios. Su papel no puede quedar reducido a validar dicho proceso de transformación, sino que debe convertirse en un agente activo y no meramente receptor.